El día de la madre está a la vuelta de la esquina y pienso en cómo ha cambiado mi percepción sobre este día a lo largo de mis «años de experiencia». El primero, Martina apenas tenía unos meses, y me hizo una ilusión enorme encontrármela recién levantada con un ramo de margaritas amarillas, todo preparado por Jose, evidentemente. Todos los años hemos intentado hacer algún plan en familia, que para eso es un día especial, pero últimamente estoy un poco reivindicativa y al igual que con el día de la mujer, mejor nos iría con menos flores y colonias (que se agradecen, claro que se agradecen) y con más facilidades para conciliar la vida familiar, ¿no os parece? podríamos hablar y debatir durante semanas sobre este tema.
Cuando me despidieron estando embarazada de Julieta tuve una mezcla de emociones que no sabía si me habían hecho una faena o el mejor favor de mi vida… Y tres años después pienso que las cosas pasan por y para algo, y que de aquel mal momento han surgido oportunidades maravillosas, como poder dedicarle tiempo a este blog y a Mammaproof Madrid, y a disfrutar de los primeros años de las niñas sin hacer malabares con los horarios. Soy una suertuda, lo tengo claro.
Recogerlas del cole, pasar la tarde jugando, leyendo, viendo pelis o escuchando música son auténticos regalos en estos tiempos, y los únicos que quiero para el día de la madre y para cualquier día.
Dentro de muy poco se encerrarán horas en el baño, arreglándose para salir, y echaré de menos cuando las sacaba de la ducha en brazos, recién bañadas y oliendo a bebé.
Ya no veremos pelis de dibujos ni leeremos cuentos juntas, sino que tendré que decirles eso de «deja el libro y duérmete» que tantas veces me decía a mí mi madre, y se irán al cine con sus amigos.
Se acabarán los juegos, los ruidos, las carreras por casa y los escondites secretos. Y en su lugar habrá un silencio al que no sé si llegaré a acostumbrarme.
Se marcharán de «la cama familiar» a su propia habitación, y no podré despertarme con sus caritas felices a mi lado. Y en menos de nada Julieta dejará de tomar teta, y lo añoraré tanto que sólo pensarlo me pongo a llorar…
Sé que cada familia es un mundo y a veces las reducciones de jornada no es que sean imposibles, es que son «inasumibles» por la pérdida económica que suponen. Que hay determinados puestos de trabajo que requieren estar fuera de casa muchas horas, e incluso días (saludo especial a mi azafata favorita del mundo, Almudena «Across my universe») Que la conciliación es una utopía y que lo seguirá siendo mientras sea una lucha mayoritariamente de madres… Así que si acaban de despedirte, no tengas miedo, tómalo como una oportunidad. Si has negociado tu jornada, excedencia, despido o similar, no tengas miedo, seguro que has tomado la mejor decisión. Si tu situación es inamovible y llegas a la hora de la cena, ánimo! vendrán tiempos mejores, seguro, y nunca es demasiado tarde para nada.
Yo por mi parte espero que mis hijas si deciden ser madres, lo tengan mucho más fácil y se sientan más apoyadas por la sociedad. Y que yo pueda ser una abuela viajera que disfrute de sus nietos cada vez que pueda 😉
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En las fotos, la manta Makana bamboo daydream blanket de aden+anais
*Gracias aden+anais por confiar en mi y hacer que este blog siga creciendo