El verano pasado probamos por primera vez la experiencia de viajar en furgoneta Camper cuando nos fuimos en modo pareja de escapada a Cabuérniga, y no pudo gustarnos más, así que aprovechando estos cuatro días de fiesta, nos hemos escapado con las peques por la zona de Cabo de Gata.
A pesar de durar tan sólo cuatro días tengo varias cosas que contar sobre este viaje, así que en este post comienzo contando la ruta que hicimos y los lugares que visitamos y en breve escribiré otro con la organización en la Camper Van a la hora de viajar con peques y cosas a tener en cuenta.
Como en la anterior ocasión, volvimos a confiar en la empresa de alquiler de furgonetas Camper Take A Van y elegimos el modelo VW California, una furgoneta de cuatro plazas con todo lo necesario para convertirse en nuestra mini casita rodante durante 4 días, y el destino fue la zona de Cabo de Gata principalmente porque era de las pocas que nos aseguraba algo de sol durante estos días de febrero, y también porque es una zona tradicionalmente de caravanas y Camper en la que seguro íbamos a encontrar espacios en los que pernoctar y encontrar duchas y aseos (lo único que no tiene la VW California)
Salimos el jueves 15 sobre las 12:00 y llegamos sobre las 17:00 a nuestra primera parada, Carboneras. Fuimos un poco sobre la marcha y sin planearlo mucho, y a las horas a las que llegamos nos dio tiempo a dar una vuelta por el paseo marítimo, cenar unas pizzas en el único sitio que encontramos abierto (cosas de la temporada baja), hacer un poco de compra para desayunar al día siguiente, e ir de camino al área de servicio para Camper y caravanas, un lugar llamado El Rancho con servicios (muy básicos pero apañados), en donde aparcar, poder asearnos y enchufar la Camper a electricidad. Todo por el módico precio de 11€, mucho más económico que un camping y con todo lo que necesitábamos.
Si me seguís por Instagram veríais a nuestro amigo el gallo, responsable de que nos despertáramos prácticamente al alba y de que el día nos cundiese un montón, así que después de desayunar y ducharnos, fuimos a conocer la Playa de los Muertos, una de las tantas playas maravillosas que tiene Cabo de Gata, y que tuvimos la suerte de conocer totalmente vacía y disfrutar de sus aguas de color turquesa y de su silencio. El acceso no es fácil, pero no imposible. Si vais con niños muy peques elegid mochila ergonómica para hacer la bajada e intentad llevar pocos bártulos.
Seguimos ruta hacia Aguamarga, un pueblecito pequeño y precioso en el que dimos un paseo y pudimos tomar un aperitivo al sol en el único chiringuito playero que estaba abierto, y es que el pueblo fuera de temporada es un remanso de paz, algo que no debe ser tan habitual en los meses de pleno verano.
A pesar de poder cocinar y comer comodamente en la furgo, elegimos desayunar y cenar en ella, pero hacer las comidas fuera, y ese día comimos en Las Negras, en un restaurante con una terraza a pleno sol y al lado de la playa en la que comimos mirando al mar, placeres pequeños pero maravillosos cuando es Febrero y vives en Madrid 😉
Después del café pusimos rumbo al Playazo, en donde estuvimos disfrutando del sol de media tarde mientras la peques jugaban con la arena y se atrevían a meter los pies en el agua, y siguiendo la ruta nos acercamos a Rodalquilar y sus ruinas mineras de las que tanto habíamos oído hablar y que fueron el escenario perfecto para inventar historias con las peques, hacer algunas fotos, y disfrutar de la puesta de sol y de cómo se reflejaba la luz en las montañas de alrededor. Un verdadero espectáculo.
Esa noche la pasamos en Camper Park Cabo de Gata, otra de las áreas para pernoctar si vais en camper o caravana, y que os recomiendo totalmente si estáis por la zona. Todos los servicios que ofrecen están fenomenal, y el precio no puede ser más asequible (13€ por noche), y puedes encargar pan y bollería para tenerlo reciente por la mañana temprano, que parece una tontería pero es un lujazo!
El sábado por la mañana estuvo medio con niebla mientras desayunábamos, pero en seguida se abrió e hizo un súper día de playa, así que fuimos a la playa de los Genoveses y aunque con algo de viento, pudimos disfrutar de una mañana de playa jugando con conchas, paseando y recogiendo basura con nuestras súper pinzas de patrulla de limpieza.
Para comer nos acercamos a la Isleta del Moro a probar uno de los famosos arroces de La Ola o del hogar del pensionista, ambos con terrazas prácticamente sobre el mar. Finalmente nos decidimos por La Ola porque su terraza estaba más resguardada del aire y acertamos de pleno. La paella estaba buenísima y no pudieron ser más amables en todo momento preparándonos la mesa con más sol (a los madrileños nos deben ver cara de necesitar sol y mar en cantidades industriales)
Y aunque el plan era continuar hacia Almería esa misma tarde para poder visitarla el domingo, al final decidimos tomárnoslo “slow” y quedarnos por la zona tranquilos, así que pasamos la tarde paseando por las callejuelas de Níjar sin pensar en el siguiente destino. También subimos la carretera a la caída del agua de Huebro en donde las vistas son espectaculares (pero las curvas no son aptas para cardíacos)
La mañana del domingo de vuelta a Madrid pasamos por Tabernas pensando en entrar en alguno de los “parques temáticos” inspirados en el Oeste, pero en todos tenían animales de un modo un otro (en exhibición o espectáculo), así que una vez allí nos echamos para atrás. Aún así la visita a la zona merece la pena por las vistas del propio desierto de Tabernas, y porque si os gusta la fotografía seguro que encontraréis lugares mágicos para hacer un reportaje precioso.
En breve os cuento las cosas que tuvimos en cuenta a la hora de viajar en Camper con las peques, y tips que os pueden venir bien si queréis probar esta manera de viajar que a nosotros nos ha conquistado salvo por una cosa… engancha!