Este fin de semana hemos estado de escapada en un pueblecito perdido de Ávila. tan perdido, que no había ni cobertura, ni mucho menos WIFI, así que los tres hemos desconectado y RE-conectado muchísimo.
Descubrimos sitios preciosos, que con los colores del otoño aún se vuelven más bonitos.
Un molino de piedra que se conserva tal y cómo estaba cuando lo habitaban sus dueños; un río en el que hacer botar las piedras; carreteras secundarias que llevan a pueblos casi abandonados…
…y muchos muchos tesoros que recoger, llevarnos a casa, y hacer nuestro propio rincón otoñal.