En el primer post de la fiesta de princesas de Martina, os enseñaba un poco la decoración de las mesas y la cartelería de la fiesta que nos diseñó Celia, de «Ahora soy mamá».
Pero la verdadera sorpresa para Martina es que al ratito de llegar sus amigas, aparecieron por el parque las mismísimas «Bella» y «Aurora», y viendo su fiesta, tan bonita y rosa, quisieron quedarse a jugar con el resto de princesitas.
Las caritas de todas eran de verdadera emoción, y durante el tiempo que duró la animación estuvieron como locas jugando, escuchando una historia imaginada, haciendo magia, dejándose pintar las caritas, aprendiendo a hacer globoflexia…
Contratar la animación fue todo un acierto. Las niñas estuvieron jugando felices y fue sin duda el regalo que más ilusión le hizo a Martina. La empresa que contratamos para ello fue «Kwenderin Produciones» y no puedo estar más contenta con la decisión, especialmente por el cariño y magia que ponen en sus «puestas en escena» y más aún por las maravillosas técnicas de maquillaje facial que utilizaron para pintar las caritas de las pequeñas.
Otro de los detalles con los que más disfrutamos Martina y yo, fue preparando los regalitos para sus amigas. Optamos por algo DIY y muy muy fácil de hacer para así hacerlo las dos juntas.
Lo primero fue estas coronas de princesa a partir de rollos de papel higiénico vacíos. Los cortamos un par de dedos, luego unos cuantos picos (tampoco al milímetro, más bien a ojo), Martina los pintó con pintura dorada, y el toque final fueron unas pegatinas «brillantosas» que parecían los diamantes y rubíes de la corona. Ya estaban listas para perforar los lados con una aguja, y pasar una goma sencilla de las que se utilizan para las caretas.
El segundo DIY fue estas varitas mágicas que hicimos con fieltro de dos tonos de rosa cortados en dos medidas de estrella, unos palos de madera (en tiendas de manualidades), cintas de distintos rosas que compramos en la mercería del barrio, y la siempre socorrida pistola de pegamento, que hizo que en menos de 20 minutos tuviéramos una docena de varitas listas.
Ambas cosas dieron muchísimo juego entre las niñas, y entre alguna de sus hermanas pequeñas!
Fue un día más que precioso que todos disfrutamos muchísimo, y que espero Martina recuerde con mucho cariño. Mil gracias a los que vinisteis, a mis padres, hermano y cuñada por ayudarme a transportar y montar todo (y aguantar mis diligencias de «esto así, esto asá» :P) y a mi incombustible marido, por acompañarme en mis locuras y encargarse de que todo estuviera buenísimo.
Ahora, a pensar en el quinto cumpleaños!