Julieta y yo llevamos 2 años y medio disfrutando de la lactancia materna juntas, pero yo como madre lactante acumulo tres años más de experiencia… Se podría decir que desde que nació Martina, en septiembre de 2010, apenas he tenido un par de meses de «tregua» coincidiendo con los últimos meses de embarazo de Julieta y que fueron un destete «parcial» de Martina. Eso hace que lleve dando teta 5 años y medio aproximadamente, algo menos de 2.000 días, con sus 2.000 noches. Suena fuerte, eh?
La lactancia «prolongada» o no interrumpida tiene momentos maravillosos, y otros no tanto. En nuestro caso abundan más los primeros, pero hay ocasiones en las que quiero dejarlo, en las que mi cuerpo me dice que ya vale, en los que me molesta incluso y siento una agitación terrible.
Agitación del amamantamiento. Curioso término del que no hay mucha información aún, mucha menos la primera vez que lo sentí, cuando Martina tenía apenas dos años. Recuerdo la sensación de querer que terminara la toma y alejarme de ella de manera literal. El sentimiento de querer apartarla de mi lado, de sentirme violenta y nerviosa, y no querer que mamara aunque negárselo le provocara el llanto. Horrible, la verdad…
Por aquella época la única info que encontré fue un artículo en inglés de La leche league que resumía más o menos cómo me sentía, pero que no me ofrecía ninguna solución al respecto.
Si me lees y estás pasando lo mismo, tranquila, no eres una madre horrible, lo que te pasa es normal, y este es un artículo estupendo al respecto para comprender mejor lo que te está pasando.
Con Julieta comenzó a pasarme a principios de este año, principalmente por las noches. Yo que siempre he tenido el sueño profundo y podía seguir soñando con mi tema mientras ella se servía de su barra libre particular, de repente me despertaba, me desvelaba, y acababa por irme a dormir al sofá para evitar que mamara de noche. La situación no estaba siendo agradable así que decidí hablar con ella. Ya tenía más de dos años, y aunque no le gustó mucho lo que le estaba contando, la explicación de «las tetitas van a descansar por las noches» le convenció bastante. Así comenzó nuestro destete nocturno.
En nuestro caso no ha sido cuestión de un par de noches malas y ya sino que está siendo un proceso gradual. A veces duerme del tirón, otras se despierta pidiendo «un potito de tetita pofi mami», y la gran mayoría se dividen entre enfadarse conmigo y cobijarse en los brazos de su padre, y aceptar más o menos de buen grado mi negativa, abrazarme fuerte, y volver a dormirse.
Por el día seguimos con teta «barra libre», sobretodo porque cada vez que pienso más seriamente en el destete total, la peque parece que «lo huele» y se pone mala de algo lo que significa teta, teta y más teta para consolarla y reconfortarla. Pero yo noto que vamos reduciendo tomas, que hay momentos en los que le ofrezco fruta, o una galleta, o le digo que esperemos un poco, o la entretengo con un cuento o con juegos… Otros momentos son de reencuentro, como cuando la recojo de la escuela, o de tranquilidad, como cuando nos acostamos a dormir, y esos son los que atesoro y que me encanta vivir porque sé que dentro de poco (o mucho, quien sabe) no existirán.
No quiero dar ningún consejo para destetar o para seguir porque cada mujer, cada niño y cada maternidad es única y esta es sólo nuestra experiencia… una de tantas. Tú podrás hacerlo de otra manera o no hacerlo en absoluto, y seguro que será la mejor opción para ti y para tu peque, tan sólo puedo decirte que confíes en ti, en tu bebé, y en la relación tan especial que tenéis y todo saldrá bien.
Yo de momento creo que seguiré viviendo los últimos coletazos de nuestra lactancia con esa dualidad que a veces hace que me encante, y otras que quiera acabar ya, con las emociones a flor de piel por ser mi último bebé, e intentando ir poco a poco despidiéndome de esta etapa y prepararme para el momento del adiós definitivo, bien sea elegido por ella o por mí.
¡Feliz fin de semana!
*** Todas las fotos de este post son de nuestra fotógrafa favorita y ya casi de la familia, Julia Puig que como siempre no sólo nos captura con su cámara, sino también con su corazón.